Los Fabulosos Cadillacs: ¡Sorpresa!

De niño muy chiquito cantabas sus canciones gracias a algún familiar o a la propia radio. Era curioso porque te sabías de memoria “Mi novia se cayó en un pozo ciego” pero también “Aún los escuchamos cantar”.

El Luna Park se llenó de golpe y la sorpresa (¿la palabra que mejor resume históricamente a los shows de Los Fabulosos Cadillacs?) vino de repente. “Yo quiero morirme acá”, desde principios de los ’90 apenas escuchada en vivo allá por el festejo de los 15 años en Obras (2000), inauguraba la velada a puro ska, seguida del punky de “Mi novia…”.

La banda parecía querer jugar toda la noche, y es por eso que promediando el show iba a aparecer Walas de Massacre para regalarle su glamour a “Estoy harto de verte con otros”, mientras Luciano Jr (el Tirri) revivió a “Belcha” una vez más, acompañado del histórico Daniel Melingo. Pero el tema que revivió de las cenizas fue “Yo te avisé”, luego de más de 25 años, para hacernos bailar ska con una sonrisa de oreja a oreja. ¿Pelado botón o pelado bocón? Grata sorpresa.

Pre adolescente. Después de un tiempo de casi haberte olvidado de ellos, cargando tu oído musical con una extraña mezcla de Attaque 77, Roxette, Guns N’ Roses y Sergio Denis, en el stereo del auto de tu viejo suena “Gitana” y volvés a ser feliz. Al año siguiente tu hermano mayor te regala Vasos Vacíos y recordás nuevamente todos los hitazos que tenían. Y la fiebre Matador es incontrolable.

Los de siempre nos hicieron bailar especialmente sobre el final. “El satánico Dr. Cadillac” tiene ese feeling rockero y pachanguero perfecto que nunca permite quedarse quieto. Lo más raro fue la versión de “Basta de llamarme así”, con un Flavio Cianciarulo quizá tocando de más, un Melingo casi sobrando, pero un Vicentico impecable que hizo lagrimear a todo el estadio.

Los clásicos de El León (1992) empezaron desde muy temprano con la vuelta a las canchas de “El aguijón”. Ya a esta altura no hay recital fabuloso sin “Manuel Santillán, el León” o “Carnaval toda la vida”, pero uno de los mejores momentos encontró al lado B “Cartas, flores y un puñal” cerrando el bloque ska de la noche, a puro frenesí y citando a Los Auténticos Decadentes (“a esta altura me da igual”). Grata sorpresa.

Ya sos un adolescente que ama a la música y llegás justo para ver la mejor etapa en vivo de los fabulosos. Reversiones, covers, rarezas, potencia y calidad. Todo esto se engloba en la cresta de la ola del rock alterlatino que es el guerrillero Rey Azúcar y se ejemplifica en la versión DensaEnérgicoVoladoraOscura de “Siguiendo la luna” del CD En vivo en Buenos Aires. Ni hablar cuando Fabulosos Calavera no cambia la historia del rock nacional pero sí de la banda, a caballo de un Minimal intratable. El Calavera Experimental Concherto de 1998 te sigue pareciendo hasta el día de hoy uno de los mejores shows que fuiste en tu vida.

“Mal bicho” y “Carmela” tenían que estar. “Calaveras y diablitos” fue el único resabio calavera de la noche pero no nos podemos quejar, tuvimos muchas de este disco en los últimos años (¿se acuerdan el Movistar Free Music cuando el bloque calavera asustó a los incautos presentes de ocasión?). “Saco azul” emocionó una vez más y regaló el pogo más grande de la noche aunque extrañemos a Valeria Bertucelli.

“Vamos a tocar una canción del profesor Sergio Gustavo Rotman que hoy está no sé dónde, se la dedicamos a él con todo cariño, esperando que vuelva pronto a las filas… de El Siempreterno”, bromeó Vicentico. El reggae “Ciego de amor” fue sin dudas el gran momento de la noche, en cuanto a calidad, asombro y nostalgia. Parecía el ’96 pero veinte años después. Grata sorpresa.

Después de disfrutar extasiado el festejo de los 15 años en Obras con temas de todos los tiempos, te embolás con una lista de temas que se repite hasta el desgaste total. Tras la separación buscás refugio Cadillac en los proyectos solistas de cada integrante hasta que te volvés loco con la vuelta. Una vuelta copada, se los nota contentos, pero te da la impresión que están tocando a reglamento. Llega el álbum nuevo, raro al principio hasta que empezás a darte cuenta de que es un discazo. Volvés al vivo y notás algo distinto pero familiar. Ni en pedo son los viejos tiempos, pero esos tipos la pasan tan bien arriba que contagian. Y cuando la pasan bien empiezan a salirse del libreto. Y ahí sí, ahí son Los Fabulosos Cadillacs.

Los nuevos temas en vivo se exprimieron de la mejor manera. Salvando distancias, “El impacto” incitó a volar a lo Floyd y “No era para vos” a pasear a lo Who.  El combo “Juan” y “Canción de Solo para Juan” demostró que lo nuevo llegó para quedarse. Ya en los bises, insistieron con “Galindez” y un Flavio disfrazado de profesor, pero sin dudas es de lo peorcito del álbum y de toda la discografía. Si algo tuvo este nuevo trabajo de la banda fue el hecho de ser, nuevamente, diferente a todo lo que se esperaba. Grata sorpresa.

Jugando de principio a fin, despojados de cualquier preconcepto, con la energía renovada consolidada gracias a los jóvenes de la banda, esta vez con un sonido no tan fiel, Los Fabulosos Cadillacs volvieron a Buenos Aires parar cerrar un 2016 que definitivamente los devolvió a la vida y las fuentes. ¿Ya lo dije? Grata sorpresa. Ahora solo falta que vuelva Rotman.

Ah, ese que escribe algunos párrafos con letra itálica soy yo. Pero puede ser también alguno de ustedes, ¿no?

 

FOTO: Vito Rivelli (LFCRarezas)