Simón Basta y Alma Bouquet: Volando muy lejos de la ciudad

Fue una noche totalmente distinta para todos. El día comenzó a las 9 de la mañana cuando entre acordes y un par de mates, algunos decidimos tomar ruta. Algunos se preguntaran que es lo que te lleva a subirte a un micro y aguantar varías horas de viaje simplemente para ver a una banda. Esa noche lo confirmé. Viajé unas cinco horas que me sirvieron para comprobar que el rock es compromiso. ¿Qué es lo que realmente hace que una banda se mantenga de pie varios años? La esencia. El esfuerzo y amor dedicado en cada canción. Las ganas de seguir creciendo, no sólo como banda, sino como personas arriba del escenario.

Esa noche fuí predispuesta a conocer una banda nueva, una de las que acompañaría a Simón Basta: Alma Bouquet. Más allá de lucirse de una manera increíble arriba del escenario, fue casi imposible dejar de disfrutar el agite constante de su público. No pude dejar de admirar la manera en que se eternizaron en cada canción que iba sonando. Entre lágrimas, abrazos, cantitos y sonrisas, mostraron que hay diferentes formas de entender lo que realmente es el aguante y el amor. El cansancio de un par de horas viajadas se esfumó cuando los primeros acordes de «De abrazos inconclusos» sonaron liberando la euforia de todos y demostrando que no importa que tan lejos llegue la banda, siempre habrá canciones para poderse abrazar.

Si tuviese que elegir un momento particular de la noche, me quedo con «Las piernas del tiempo» sonando. Fue la canción encargada de demostrar como unos simples acordes pueden hacerte despegar de donde estas parado. Un viaje de ida para muchos. Un par de recuerdos reprimidos en el inconsciente, que llegaron en forma de notas para otros. Para cerrar la noche Marcos (voz y guitarra en Alma Bouquet) deleitó a los seguidores con unas palabras que llenaron de lagrimas a varios de ellos, y luego se encargó de hacer sonar «Corceles». Dando fin a esta maravillosa apertura, el turno era el de Simón Basta.

Me predispuse a disfrutar de una noche más al lado de esta banda y así fue. Como dije anteriormente, pude confirmar lo que muchos se preguntan. No era mi primer viaje con el objetivo de ver a Simón, pero si fue el primero que me llevó a responder varias preguntas que uno se hace desde afuera. El rock va más allá de ver a un grupo de personas que se suben al escenario a tocar. Va mucho más allá de la constancia que podes tener con ir a ver a esa banda. ¿Qué fue lo que aprendí con este viaje? Que somos varios los que empujamos por un mismo sueño. Somos muchos los que bancamos esta magia y buscamos que prospere cada día más. Un sueño no se mide en cuantos kílómetros lleve caminados (o en su defecto viajados). Tampoco es una competencia de quien empuja más por uno y quien empuja más por otro. La respuesta está en poder ser feliz viviéndolo. Simplemente disfrutar. Esa es la respuesta a ese gran signo de pregunta que todos llevamos en la cabeza.

Así fue como Simón Basta salió a escena con «Algunos puntitos» y la noche volvió a disfrazarse de fiesta una hora y media. Una vez más comprobé como la música brilla hasta en los lugares más opacos. Como uno puede refugiarse en un par de canciones y abrazarse a ellas.

Los momentos más emotivos se vieron reflejados cuando «Soy«, «Deja Vu» y «Eternidad» fueron las canciones detonantes de muchas lagrimas. No falto ese abrazo que emparchó el corazón de más de uno. Tampoco falto el clásico dedicado a más de una mujer en muchas ocasiones: «Felicita«. Para terminar con este impecable show, «Desperté«, «Obstinado«, «Tormenta sin fin» y «Disfraces» dieron fin a la noche, robándole las sonrisas a todos nuevamente.

Como dije anteriormente, nuestros sueños se basan en objetivos que anhelamos algún día cumplir. Con el paso de los días, sólo nosotros somos los encargados de estirar esa soga con el mayor esfuerzo del mundo y levantar ese castillo que de a poco supimos construir. Así es como Simón Basta sigue cumpliendo el suyo todos los días, con esa humildad y sencillez que caracteriza a cada uno de los que están arriba del escenario.

 

FOTOS: Daniela Milana.