De La Gran Piñata: El milagro del lunes

Se está jugando el milagro del día

«¿Se dan cuenta de que es lunes?», pregunta casi incrédulo el cantante y guitarrista Pantera Giuliano, al mismo tiempo que sabe hace dos semanas ya que La Trastienda se había agotado y el marco iba a ser lo que está disfrutando en ese instante. Y si hacemos memoria el lunes era el día que faltaba conquistar. De jueves a domingo no hay lugar que no haya sido batido y el Rock en Baradero hace una semana es un claro ejemplo de ello. Los miércoles son suyos sin lugar a dudas y algunos como quien escribe pueden decir que fueron testigos privilegiados de un martes repleto e inolvidable en El Marquee hace ya cinco años atrás. El lunes pasado De La Gran Piñata se jugó el milagro del día de la semana que le faltaba. Y ganó.

Es 29 y febrero…

La excusa era esa. El día de yapa cada cuatro años inmortalizado en «Veredas». El 29 de febrero termina siendo ese plus, esa magia que te da cada show de la banda. El 29 de febrero es el bajo de Nicolás Persig cantando «piñateros» en «Canción de cuna», es la sonrisa de Lucas Martínez en cada riff de guitarra, es el coro perfecto junto a cada golpe del baterista Alejandro Zenobi, es el «Buenas noches» de Pantera que se vuelve emoción cada vez que empieza a cantar una canción. Es también el coro imaginario de «vacías» en boca del público en «La puerta detrás del ropero».  Y este lunes también es la mitad del show cuando todos los integrantes se sientan y pelan las violas acústicas para no perderse la piel de gallina que se adueña de todos los cuerpos presentes cuando se escucha «Norte».

Y claro, además de tanta música y polenta, potenciada a partir de la intromisión de El Equilibrio Entre los Opuestos (2015) en la lista de temas de cada concierto, el 29 de febrero es también  ese abrazo de la banda a todos los fans que casi como un ritual esperan a la salida de cada noche piñatera. La entrega, el afecto, la humilidad de cuatro tipos barbudos de carne y hueso son sin dudas el 29 de febrero de la propuesta de De La Gran Piñata.

En San Telmo resbalé

A veces un lugar no cuenta con las mejores condiciones técnicas. Otras veces una banda no cuenta con las mejores herramientas para sonar en vivo. Pero si el lugar suena de la puta madre y la banda es un relojito que te parte el pecho, el combo termina siendo perfección pura en cada una de las veintisiete canciones que se escuchan en el hermoso local de San Telmo.

Los temas del último disco tienen la mezcla exacta entre la rabia poguera de «Fiebre», «Tu can» e «Ícaro», con la sutileza de «Los asuntos del miedo» y «De bar en peor», los cuales les roban lágrimas a muchos de los presentes. Entre medio de ellos se cuelan los clásicos «Sonrisa», «Borracho» o «Josefina» para el deleite de los que llegan desde la vieja época, y de yapa (otro 29 de febrero, digamos a esta altura) un viaje al centro de uno mismo con el cover de «El Arriero» entramado en el espíritu de Atahualpa Yupanqui y la fuerza de Divididos.

Qué hermoso brillan

«En cuatro años algunos habrán terminado sus estudios, otros seguramente tengan hijos», preludia Pantera casi al final de la primera parte del show. Suena «Veredas», la excusa de un show que se transformó en certeza, y quien escribe jura que nunca vio una Trastienda tan eufórica como en el cierre de esta canción. El ejemplo perfecto para contradecir la propia letra y corroborar que en esta historia de amor entre la banda y su público, ambos tuvieron los huevos para quererse como se quiere, cuando se quiere tanto que te hace doler.

Y a esta altura les contamos que los distraídos ya se quedaron sin hígado.

 

FOTOS: Carla Lucero Tobar.