De La Gran Piñata: Una noche de rock en ojotas

Av  Lacroze casi Charlone

El bar desolado. En la esquina, el boulevard y la plaza rebalsan. Se le cagan de risa en la cara.

-¿Quién toca hoy?

Al rato, el mozo vuelve con una botella verde vestida de escarcha y suena “Montaña rusa”. Al toque, el bar cobra vida. Los deambulantes paran el oído y se sirven en las mesitas.

El barrio de Colegiales se ve invadido por la tribu piñatera. En cada esquina se lee “El equilibrio entre los opuestos” en un sinfín de remeras. Todos apuntan al mismo lugar.

 

Lo inesperado

A apenas cuatro o cinco cuadras Darío “Pantera” Giuliano aparece en escena, casi pidiendo permiso. Toca una canción sólo, o no tanto. Algunos afortunados que ante la insistencia desde las redes sociales de la banda y la experiencia vivida en shows anteriores, son precavidos e ingresan lo más temprano posible para no perderse la sorpresa.

Al inédito «La petiza inflamable» que arrancó solo Pantera con su SG cereza, se sumaron los acompañantes de esta nueva velada piñatera en el Vorterix. Todo Aparenta Normal se sube al escenario e inicia de alguna manera su show.

El volumen suena muy fuerte y sin embargo la nitidez al cantar de Nicolás Alfieri y una banda que suena como un relojito, hace que nada se pierda y todo se entienda a la perfección. Con 2015 más que interesante llegando a grandes escenarios,  los muchachos de Don Torcuato se plantan como una de las mayores proyecciones de la escena y están más que preparados para encarnar ese papel.

Luego de la gran presentación de los Alfieri y compañía, el plato fuerte de la noche se hacía esperar.

 

Lo habitual

“Crudo” se sirvió, sin embargo no hubo quejas, sino más bien el recibimiento fue como lo es siempre. Pogo, mucho cantito y aplausos. Un Pantera auténtico, saluda y se suma a la algarabía del público. Lucas Martínez, el guitarrista que parece disfrutar cada nota y acorde como su primer show, sonríe y acomoda los potes de su equipo. Nico Persig y Ale Zenobi suenan cada vez más parejos, ya afianzados como una dupla rítmica demoledora. Cada nota del bajo que suena acompañada con el bombo retumba y revienta en el pecho. Cuando la canción se adentra en uno.

 

El Equilibrio entre lo habitual y lo inesperado

Fue un show sin descanso, repasando los tres discos en estudio y con una variación a las listas de las últimas presentaciones.

Suena “Fe de ratas”, un temazo de Miércoles (2010) que no venía siendo un número puesto, además de otros como “Despertador” que suele aparecer promediando los finales. Se mezclan con los ya clásicos de Viaje al centro de uno mismo (2012), “Veredas” “30.000 luces” o “Canción de cuna”, y con varios de los nuevos temas que ya se festejan y se cantan como si fueran históricos a pesar de su corta existencia. El final llegó con el cambiazo de instrumentos entre Ale y Pantera. Guitarra y micrófono por un lado, y batería y coros por el otro, deslizaron la introducción de “Cruz diablo”, clásico ricotero, a la cual se anexó “Ella es” un tema fetiche que el público ya se adueñó como una rareza piñatera.

De La Gran Piñata juega y se desenvuelve siempre en el filo de ese equilibrio entre los opuestos, sus opuestos. Mezcla en su excelente y soñado presente el recorrido de tantos años como banda, y ofrece siempre un show que no merece pasar inadvertido. Lo musical se mezcla con lo visual y sobre todo con lo vivencial, para dar una experiencia más que íntegra a quienes se ofrecen como participantes e infladores de esta piñata que crece y crece de forma exponencial y quién sabe hasta donde podrá volar.

 

FOTOS: Daniela Milana.