Vorterix Punk: La era del corregidor

Para Los Mentirosos el recital arrancó dos días antes, cuando los encubridores de la dictadura militar publicaron en una de sus páginas una nota a Pil y Stuka. Titulada “La mirada del punk local: se acabó la inspiración”, desató la polémica en las redes sociales, y la pronta respuesta de alguno de los integrantes mentirosos y allegados.

Con esa energía extra, Los Mentirosos inauguraron el Vorterix Punk tocando “El enemigo” y seguido “¿Qué va a ser?”. Las primeras devoluciones de gentilezas, sutiles si se quiere, partieron de la boca del cantante Juan de Madrugada, que promediando el final de la canción “Mirame”, pisaba la melodía nombrando bandas under y amigas como Lameloides, El Sepulcro Punk y Sin Conexión, entre otros.

Se presuponía que la lista de temas sería corta, y así lo anunciaba Madrugada quien al micrófono avisó que debían tocar rápido por falta de tiempo. Con un sonido que jugó un poco en contra, luego de siete canciones llegó el repentino cierre. “Nos dijeron que no podíamos traer invitados, pero ¿cómo no íbamos a traer a los que todos los fines de semana tocan con nosotros?”, disparó Madrugada que no estaba dispuesto a ceder su clásico acto final: la subida del cantante fletero “Chori” Bentancourt. Acompañado de Daño (Ex Attaque 77), y otros invitados más, a Los Mentirosos les importó un carajo las advertencias y cerraron al compás de “No me extrañes”. Algunos empujones con los de seguridad, el telón cerrándose, y los aplausos del público, confirmaron que Clarín miente.

El segundo turno fue para Stuka y los Fusers, que salieron al escenario con un Vorterix casi completo. Desde el inicio, el legendario guitarrista captó la atención del público, que escuchó atento las canciones nuevas, y festejó las que fueron a buscar, las clásicas de Los Violadores. La primera de aquellas en sonar fue “Revolución inter”, y con ella el primer gran pogo de la noche. El cuarteto sonó muy ajustado durante toda su presentación, claros y entendibles hasta en las canciones nuevas que anticiparon lo que será su nuevo disco. Pero el público a gritos y cantos pedía temas de los viola, y Stuka se atrevió a versionar varias.  “Aburrido, divertido”, hecha reggae como en su disco solista Loop neurótico (2010), hizo pasar desapercibido a un bajista hasta ese momento estéticamente descolocado en rastas y pantalones de capoeira.

Eléctrico y dueño de movimientos a lo Olga de Toy Dolls, Stuka se reencontró con el público grande, mezcla de generaciones y tribus. La mitad final de su repertorio fue íntegramente de la banda que lo hizo quien es, que le permite volver después de tanto tiempo y sentenciar a nuestra escena actual sin garantías de que haya escarbado mucho en ella.  “Bombas a Londres”, “Solo una agresión” y “Nada ni nadie nos puede doblegar”, prepararon el gran final, que con Pil de invitado coronó la fiesta al son de “uno, dos, ultraviolento”.

Entre uno y otro prócer del punk nacional, hubo espacio para un gran narrador de nuestra historia. Juan Carlos Kreimer, autor de “Punk, la muerte joven”, tomó el micrófono y dijo algunas palabras que resumieron la importancia de su obra, y su visión sobre la escena punk que tanto lo apasionó y lo motivó a escribir: “Estamos vivos porque el sistema siempre nos va a cagar, somos la resistencia, no van a poder con nosotros.”

Pocos minutos después, siguiendo lo vertiginoso de la noche, Pil y los violadores de la ley comenzaron su presentación, que cargada con la misma impronta de la de su excompañero, sacudió con clásicos a un Vorterix que clamaba por verlos juntos otra vez. Con sonido más desprolijo y menos ajustado que Stuka, el carisma del cantante logró despertar más la euforia de un recinto en clara sintonía de fiesta. Desde la segunda canción, “Violadores de la ley”, hasta el final de su repertorio, Pil lanzó patadas al aire y sacudió un pogo constante que poco reparó en los problemas de tempo y en lo inentendible que por momentos se volvieron las letras. Fueron también los clásicos de Los Violadores, los que arrancaron los puños en alto y el cantar de todos. “Más allá del bien y del mal”, “La era del corregidor”, “Mercado Indio” y “Sin ataduras”, fueron los de la vieja escuela. Tampoco faltaron algunos de Pilsen, y covers de The Clash, y los alemanes Die Toten Hosen.

Unas quince canciones duró la presentación, que se unieron en los comentarios de Pil mezclando idiomas y algunas acotaciones graciosas. El final de este tercer acto fue con “Represión”, y tras el cierre del telón el incesante canto de “¡El que no grita Los Viola para qué carajo vino!”.

Luego de tres horas del Vorterix punk, los presentes se reacomodaban en el recinto. Quienes hicieron pogo buscaban refugio contra la barra y compraban cerveza, algunos huían al baño, y una gran cantidad de mujeres se empezó a filtrar más adelante, un público joven y menos eufórico se acomodaba para la llegada de Jauría.

El cuarteto liderado por el Ciro Pertusi arrancó con “El Tren”, y desde ahí marcó una clara diferencia a como venía todo: Jauría poco se valió de los clásicos de Attaque 77. Como siempre, convencido de lo suyo, Ciro hizo la lista más larga de la noche, tocando lo que él quiso y no lo que podría intuirse que el público que no suele seguirlos querría. Fueron constantes los aullidos femeninos al final de las canciones, demostrando que el cantante le puede huir a su pasado musical, pero no a su fama de galán.

Es para destacar la profesionalidad de Jauría, sin dejar de señalar la facilidad con que Ray Fajardo marca el pulso y crea un espectáculo paralelo, que permite perder la mirada en cómo toca la batería y abstraerse por momentos de la obra conjunta. Pese a la profundidad en las letras, y las problemáticas que tratan, la atmosfera adolescente impregnó un matiz poco pesado, restándole peso e incluso cuestionando la consigna del evento, Vorterix punk.

Los momentos más sobresalientes, en tanto más festejados de la presentación, fueron cuando sonaron “Morgue corazón”, “Espadas y serpientes” y el cover de Pappo´s Blues “¿A dónde está la libertad?”. Pese a lo desparejo en cuanto a propuestas artísticas, Ciro Pertusi revalidó el respeto que el público en general le tiene. Recibió los elogios de Pil antes de abandonar el escenario, y el respeto de todos los presentes, incluso aquellos que tan solo fueron a ver a Los Violadores y durante Jauría optaron por irse al fondo a tomar cerveza.

El cierre de esta noche que, como todas las presentaciones de Pil y Stuka, quedará en los anales de la escena, fue con todos los integrantes de las últimas tres bandas juntos, interpretando “Represión”, en medio de pifies, abrazos, y una camaradería hermética y nostálgica.

 

FOTOS: Federico «Otto» Gaubeca.

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