Almafuerte: Los referentes

La esquina de la Avenida Rivadavia y Pergamino estaba virtualmente tomada cuando aún faltaba un poco más de una hora para el show. En el bar la horda bebía ruidosa. Por la calle una marea de remeras negras, crestas y vasos cargados de cerveza impedían el paso. Mantas sobre la vereda ofrecían camisetas con la imagen de la banda, que los acólitos del heavy metal vestían como integrantes de una religión pagana. Solo esquivando autos se podía llegar a la puerta del teatro donde Almafuerte celebraba 20 años de existencia.

La tercera presentación de las cuatro programadas para dar comienzo al año aniversario la inauguró Exiliado. El trío que llegó desde Mar del Plata con su sonido denso y filoso mostró cuán vivo está el metal argento fuera de los límites de la ciudad capital.

Cuando el telón se abrió para dar paso a los protagonistas, como un manifiesto sonaron los acordes de Black Sabbath de la Legendaria banda homónima. Sin mediar silencio apareció Ricardo Iorio para poner la voz a una renovada, veloz y potente versión “De los pagos del tiempo”, de su primer disco Mundo Guanaco (1995), y así dar comienzo al furioso festejo.

“Patria al hombro” y “La máquina de picar carne” fueron coreadas sin descanso por el encendido público que colmó el teatro. Este fervor ocultó parcialmente la baja performance del cantante, cuya voz no estuvo al 100 por ciento. Entre canción y canción, histriónico y confiado —más cercano al personaje construido para los reportajes con Beto Casella—, el polémico Ricardo jugó al homofóbico a punto de patear la puerta del famoso placard. La figura de Claudio “El Tano” Marciello y su guitarra fueron ovacionadas al final de casi todos los temas por su virtuoso, versátil y poderoso sonido. Como muestra de su capacidad y escena, condujo a los fanáticos solo con una acústica de cuerdas de nailon, y ellos pusieron la lírica de “Allá en Tilcara” y “Moraleja”. El machacante bajo de Beto Ceriotti y la fuerza rítmica del baterista Bin Valencia completaron la sólida pared sonora que convirtió a Almafuerte en un referente del heavy metal nacional. En un espectáculo casi exclusivamente masculino —algunas pocas metaleras presenciaron el show—, recorrieron veinte años de carrera, con impronta popular, épica peronista y fortaleza de rock pesado.

“MI Credo”, “Trillando la fina”, “A vos amigo” y “Toro y Pampa” cerraron un concierto caluroso que duró una hora y veinte, lo que pareció poco para semejante ocasión pese a que la propuesta esté compartida en cuatro fechas consecutivas.

Ya en la calle, la esquina otra vez colapsada, la horda de tan recio aspecto se dispersaba cubriendo Flores de remeras negras.

 

 

FOTOS: Melina Aiello.

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