Ella Es Tan Cargosa: Confiar en la canción

El mar y su insobornable corriente trajeron las botellas tiradas de hace algunos años. Las promesas incumplidas, las esperanzas traducidas en palabras y rimas.

Vinieron las canciones, los versos, la poesía urbana y los siete acordes. Ganaron todos y todas.

Ella es tan cargosa no es solo una banda que sonó en la radio hace algunos años. No son un videoclip en la tele y la euforia del podio con la canción “Llueve”.

Sus seguidores lo afirman. Todos inmersos en esa especie de living sin muebles que tiene La Trastienda dejaron fluir su anglofilia: la cadencia beetlera en el son de las guitarras sellaron los pasaportes de estos fans de banda ATP (porque si tenes una niña/o de siete años no es excusa para que abortes el plan de sábado a la noche. Lo podes incluir en la excursión como lo hicieron varias parejas).

En quince años de carrera, Polos es su cuarto disco de estudio: la apuesta por la materialización de la canción sigue intacta. Y precisamente todas las canciones parecieron estrenos. El público las reconoció como si fuesen regalitos salidos de un envoltorio de fino papel.

Armaron una lista sin baches. Supieron manejar los ritmos y leer la sensibilidad de los presentes desparramando diferentes texturas: baladas (“Pueblo fantasma”, “Pretensiones”, “La mano del knock out”) y el rock made in Gallagher ( “Fui”, “Botella al mar”, “En redondel”). También jugaron unos cartuchos al funk y un matiz más de música negra.

En dos horas de concierto, hubo tiempo para diferentes momentos. Para los susurros en los oídos. Para que dos lenguas sublevadas se enrosquen en una revuelta contra una columna. Para las selfies y para un ineludible homenaje a Gustavo Cerati. La reproducción breve de “Té para tres” motivó a un aplauso sentido y duradero del público contemporáneo a Soda y a los mismos cargosos.

El escenario tangibiliza que la banda liderada por Rulo Manigot se abraza al dicho “primero lo primero”. Cuatro guitarras, dos pianos, una batería y un bajo. Son ocho personas que sin escenografía, sin pantallas, y sin vestuario se entregan a potenciar el pulso de lo ya escrito. Y eso significa que si prescinden de todo aquello es porque lo más sencillo y lo más inmediato es optar por confiar en sus canciones. Y hacen bien.

 

FOTOS: Julieta Lapeña.

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