De La Gran Piñata: Un día para ser felices

¿Qué día de la semana elegís para ser feliz? ¿Con quién elegís estar para lograrlo? ¿Y dónde? ¿Cómo lo lográs? ¿Y por qué? La apertura que puede derivar de estás cinco amplias preguntas se pueden reducir a dos palabras que englobarán la felicidad de todos los que agotaron La Trastienda el pasado 2 de julio, tanto arriba como abajo del escenario: “Miércoles piñatero”.

Miércoles remite a aquel primer disco de De La Gran Piñata editado en 2011. Y esto remite además a un pre y post álbum que idealizó al día encargado de cortar la semana  como el elegido para desear la felicidad: feliz miércoles se desean los piñateros una vez por semana, y en julio todo es mejor, porque la banda se está presentando en La Trastienda para regrabar en vivo aquel disco debut.

Entradas agotadas decía el cartelito en el boliche de San Telmo. Varios desprevenidos se iban tristes del lugar al no poder entrar, otros aprovechaban y compraban para la próxima cita del 30 de julio. Las remeras del público presenta se decoraban de un circulito que decía REC. 21 horas rezaba la entrada, y a esa hora bien puntual empezaba a despuntar la polenta rockera desde arriba de las tablas.

Como una especie de entrada al plato principal, paradójicamente los temas más nuevos, pertenecientes al segundo disco, auspiciaron de preámbulo a lo principal. “Polvo & arañazos”, “Cancion de cuna”, “Puta” y “Montaña rusa” de Viaje Al Centro de Uno Mismo (2013) extasiaron de entrada a todos los presentes. Muy rápidamente, “Norte” entregó la típica emotividad en sus shows: todos sentados, cantando y soñando, junto a la guitarra y la voz de Darío “Pantera” Giuliano. «Cuando los sueños son de tal calibre, no hay despertador que los pueda bajar”. La frase funciona como previa perfecta de lo que vendrá.

Unas contundentes palabras en forma de prólogo, junto a la orden de “grabando” desde atrás de escena, dan pie a “Escalofríos”. “Fe de ratas” y “Crudo” engloban la primera parte y dejan bien en claro por qué estas canciones pedían ser regrabadas en vivo. La banda, desde hace bastante ya, suena mucho más poderosa que en sus comienzos, y a su vez la formación actual no es la misma que en el momento de la vieja grabación.

El combo siguiente con “Borracho”, “Under” y “Clonazepam” baja un cambio e invita a las chicas a subirse a los hombros de algún muchacho gauchito. Canciones ideales para disfrutar la lírica, sin dudas baluarte primordial del grupo. “Si al cielo entrás de rodillas no va a ser nunca tu cielo”. El costado candombero rockero llega de la mano de “La puerta detrás del ropero”, para que “Anguilita” se ponga a derretir corazones y pida un matecito más.

El final del disco desnuda el presente demoledor de De La Gran Piñata. “Despertador” y “Residuos” son una patada a la mandíbula con la base de Nicolás Persig (bajo) y Alejandro Zenobi (batería) golpeando sobre nuestro pecho sin pedir perdón alguno. Los agradecimientos son incontables. Las caras de felicidad se transmiten desde arriba hacia abajo y generan un círculo infinito. El guitarrista Lucas Martínez agradece emocionado una vez más y materializa todo lo que se siente en La Trastienda.

Recta final. La lluvia de papelitos decora la cada vez más potente “(Sonrisa)”, el milagro del día se consolida en “Veredas”, y antes del cierre con “Introspectivo”, la banda regala un tema nuevo con olor a hit.  Se termina el miércoles, el día que los presentes eligieron para ser felices. Allí se marchan los piñateros, con la risa en su mirada, con el cuerpo y el alma agradecidos y sin sus voces, que las dejaron en el lugar. Pero no les importa, porque ya quedaron inmortalizadas en el disco en vivo.  “Qué locos que estamos”, cantaron minutos antes de irse. Y que linda es la locura, ¿no?

 

FOTOS: Daniela Milana.