Peligrosos Gorriones: La secta de la alegría

Los Peligrosos Gorriones regresaron “oficialmente” luego de 17 años, aunque hay quienes los han visto durante ese lapso, solistas o en grupo, en diferentes sucuchos de este manicomio gris, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Vorterix, en aquellos años Teatro Argos, Roxy o Teatro Colegiales, prestigió la vuelta, los vistió mejor que cualquier otro, para que aprovechen la ocasión de grabar su primer disco en vivo y próximo DVD.

El público, que superaba la media veinteañera de la mayoría de los recitales de rock, colmó el recinto y festejó el regreso, bailando, saltando y pogueando cuando hubo oportunidad. Una secta donde prima la alegría.

Con los tres primeros, “Manicomio gris”, “Trampa” y “Serpentina”, se pusieron al día con todos los presentes. Desde ahí en adelante, Francisco Bochatón, Guillermo Coda, Rodrigo “Rocky” Velázquez y Martín Karakachoff,  brindaron una hora y cuarenta minutos de la mejor versión de los Peligrosos, según muchos de los que no pararon de moverse todo el tiempo.

Para alguien que no conoce la discografía de los Peligrosos Gorriones, se vuelve difícil —observando al público— identificar cuál es el hit de la banda, cada uno de los estribillos es festejado del mismo modo. “Agua cal” gritaban todos, después lo mismo con los estribillos de “Un ardiente beso”, y así siempre.

El show tuvo su invitado: Richard Coleman subió a escena para acompañarlos en la canción más aprobada de la noche que fue “Siempre acampa”. La gente ovacionó al guitarrista ícono argentino y acompañó cantando lo que parecía un himno: “La armonía siempre acampa en el desierto y es mi amiga, la alegría”. Subió más la adrenalina cuando los temas que siguieron, ya sin su presencia, fueron “Escafandra” y “Mañanitas”.

Así continuaron sonando grandes interpretaciones de todos los discos, veintitantas hasta que el Bocha avisó el final. Repitieron “Manicomio Gris”, por las fallas de sonido cuando arrancaron la noche (estaban grabando el concierto), y se despidieron con “El mimo” y “Bicho reactor”.

Quedó claro que Peligrosos Gorriones tiene su estilo propio, y sin su vigencia para mucha gente hay un vacio difícil de llenar.

 

FOTO: Julie Piaggio.