La “tanbioniquización” de Fito Páez

Si existiera un libro que explicara cómo un buen artista se vende a la industria cultural y transforma su obra en mercancía, Fito Páez ilustraría la tapa.

“Yo te amo”, el nuevo tema del rosarino, no sólo es un insulto a la lírica que solía detentar sino que también es un claro ejemplo de proceso que he dado en llamar “tanbioniquización” de la música que naturalmente tiene como referente al genio (?) de Chano.

¿De qué hablo?

Hagamos una cosa. Si no escuchaste el tema, dale play:

Concentrate en las primeras notas que se repetirán una y otra vez e intentá no pegarte un tiro. Se trata básicamente (nunca mejor usada esa palabra) de una suma de Fas y Dos: FA, FA, FA, FA, DO, FA, FA, DO, FA, FA, DO. O bien fafafa. Porque te quema el cerebro.

Ahora pensá lo siguiente: ¿se puede hacer una canción menos jugada que esa? Como verán, estamos frente a la muerte de la metáfora en manos de un tema que reza cosas como “agarradita a mi corbata”, de una letra que bien podría haber escrito cualquiera de estos artistas de pop que llenan 45 Luna Park:

Voy a ser feliz debajo de sus sábanas,
le voy a pedir que me haga un huequito en su cama.
Va a decir que sí porque tengo la pócima mágica,
las palabras clásicas: “yo te amo”.

En este caso, las frases son un accesorio desideologizante. No dice nada, no invoca nada, solo repite clichés. Sin embargo, la música y sobre todo esa base en loop insufrible, digna de la electrónica más berreta, da cuenta de una sola cosa: de que Fito fue por lo fácil, por la “fórmula”, por lo que suena en las radios y pega, por la melodía pegadiza y la letra pelotuda.

Como bien dijeron los marxistas Theodor Adorno y Max Horkheimer en su Dialéctica del Iluminismo: “La técnica de la industria cultural ha llegado solo a la igualación y a la producción en serie, sacrificando aquello por lo cual la lógica de la obra se distinguía del sistema social”.

Fito hizo más de lo que ya suena y gusta. Se vendió a la lógica de la industria de la música actual (de ahí la tanbioniquización) y convirtió su arte (que supo tener su pico en “Tumbas de la gloria” o “Cadáver exquisito”) en una mercancía, en un producto con valor de cambio en el mercado.

Me aterra un poco que el referente de la música sea Chano, pero es natural, si tenemos en cuenta que la cultura es una herramienta que utiliza el poder para adormecer voluntades. Y “Yo te amo” contribuye a eso:

“El espectador no debe trabajar con su propia cabeza: toda conexión lógica que requiera un esfuerzo intelectual es cuidadosamente evitada” (Adorno-Horkheimer)

Incluso, en este caso, la que se espera del autor.