Blues Motel: Siempre vas a querer

Para cortar, la semana, Blues Motel repitió el pasado miércoles su show acústico en The Roxy Live. Rock acústico del bueno en el bario de Palermo, a cargo de esta banda de 25 años de vida.

“Dale che, tóquense otro tema, la puta que lo pario”, gritó en el murmullo un hombre sub 35 que miró alrededor buscando complicidad. Se acercaba el final, y electrificado agitó las manos en el aire. La noventosa camiseta de la selección Argentina le quedaba chica. Ni por asomo se quería ir. En el último miércoles del invierno, Blues Motel le tocó timbre al rock. El Roxy de Palermo le abrió la puerta. Planta baja, al fondo. Adelante, sean ustedes muy bienvenidos.

Veinticinco años de carrera no te hacen un buen grupo de música. El tiempo no le da chapa a nadie. Por eso, esta banda oriunda de Tigre, provincia de Bs.As., no se refugia en el vil artilugio de la experiencia, y a base de calidad sonora, genuinidad, y sencillez, transluce el auténtico ADN del rock argentino.

La banda liderada por Gabriel “Gaba” Díaz, hizo ancla en el seno de Niceto Vega y brindó una versión acústica de su último trabajo discográfico ¿Cómo no vas a querer?, compuesto de dieciséis canciones, representativas de su trayectoria, íntegramente reversionadas. Curiosidad aparte, el CD fue realizado bajo el sistema de crowdfunding, donde sus seguidores participaron en la financiación.

Bajaban del 140, doblaban por Fitz Roy, se acercaban cruzando la avenida con empanadas en la mano. El público, cerca de las nueve de la noche ya se acumulaba en la puerta con ganas de entrar. El acústico autorizaba la posibilidad de ver el show sentados en mesitas. En principio, la mayoría lo hizo así. Ir a un recital de rock y no bailar es una incongruencia. Cinco canciones bastaron para que las sillas dejen de calentarse, y comiencen a ser parte del cotillón.

Las guitarras frasean sus mejores acordes, Gaba toma el pie del micrófono y lo sube hasta el centro, suena “Voy subendo”. Las botellas de cerveza se derriban como bolos de bowling en las mesas. A las chicas se les empieza a correr el rímel y no les importa. Continua “Miro”, y “Es hora de volverlo hacer”, las remeras de Sumo, Jimmy Hendrix y los Rolling se dejan ver con facilidad y se repiten. En los intervalos, el feedback entre Gaba, y el público persiste. Tiran nombres, se agradecen. Hablan el mismo lenguaje. Se conocen.

“¿Quieren que sigamos? Pidan, loco”, exigió el cantante. Nadie se atrevió a irse al mazo y el quiero vale 4 se gritó con “Hojas vacías” y “Dame Magia”, para que el telón de la noche, ahora sí, se cierre sellando el final.

Blues Motel ahí está. Irrefrenable. Haciendo lo que quiere, y como quiere. Sin el termómetro de la “industria del éxito”. Comparte tragos con quien se le antoja. No juega ni en la A, ni en la B. No juega, directamente. Y no porque hayan perdido la capacidad lúdica, sino que no toleran las reglas del juego. Mientras otros sí están en esa vorágine, ellos hacen música. Y un gordo los putea para que sigan tocando…